BARRA

miércoles, 31 de julio de 2013

RAJOY, MONTAIGNE Y SÉNECA EN EL PARLAMENTO

Lorenzo Abadía nos acerca hoy,  un corto artículo que acaba de publicar en su blog
a propósito de la comparecencia de Rajoy en el Parlamento en relación con el caso Bárcenas. "Nuestro sistema político está enfermo, probablemente de nacimiento, y la inmensa mayoría de nosotros no lo quiere ver ni reconocer..."

...Y es que no hay mayor ceguera que la de no querer ver...Os dejo el artículo:
RAJOY, MONTAIGNE Y SÉNECA EN EL PARLAMENTO

Nos remite Michel de Montaigne* a una anécdota contada por Séneca en una de sus cartas a su amigo Lucilio en la que le traslada la dificultad de que uno mismo pueda diagnosticar su propia enfermedad.

“No soy ambicioso, es que en Roma no se puede vivir de otro modo; no soy suntuoso, es que la ciudad exige grandes gastos; no es culpa mía si soy colérico, si aún no he establecido un tren de vida equilibrado, es culpa de la juventud. No busquemos nuestro mal fuera de nosotros: está en nosotros, está hincado en nuestras entrañas. Y precisamente el no sentir que estamos enfermos hace más difícil la curación”.

Así nos ocurre en España. Nuestro sistema político está enfermo, probablemente de nacimiento, y la inmensa mayoría de nosotros no lo quiere ver ni reconocer. Y como bien dice el gran Séneca, sin diagnóstico no hay solución.

 Mañana, en su explicación/negación del caso Bárcenas, tiene Rajoy la gran oportunidad de provocar un giro copernicano en la política española, reconociendo todos los vicios del sistema y anunciando su voluntad de modificarlo convocando, después de un periodo de libertad, unas elecciones de ciudadanos, no de partidos, a unas Cortes constituyentes. De producirse habría sido un gesto in extremis para salvarse a si mismo, pero en todo caso beneficiaría absolutamente a la sociedad española y al menos por mi parte sería bien recibido.

Por supuesto que, de hacerlo, no anunciará más que pequeñas reformitas que, como nos advirtió Lampedusa, no servirán sino para que nada se reforme realmente. Si leyera las enseñanzas de los clásicos no ignoraría que si actúa así, terminará cayendo con el propio sistema. Porque lo reconozca o no, está moribundo.

 *(Capítulo XXV, Libro segundo de sus Ensayos)

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